Hoy celebramos 25 años de vida activa.
Hoy
celebramos 25 años de la fundación del Banco de alimentos. Los años ochenta
fueron momentos muy dinámicos en Catalunya, la democracia se sentía a flor de
piel. La gente, la sociedad, el pueblo como queráis decir, era consciente de
que la democracia no era solo una exigencia de libertad: era una adopción de un
compromiso colectivo para mejorar nuestro país. Se trataba de definir un
problema, de proponer un nuevo modelo,
construirlo y finalmente asumir responsabilidades para hacerlo funcionar. Se
trataba de ayudar a los olvidados de la democracia: los pobres.
Un
grupo de “buenas personas”, de procedencia diversa, pero con una voluntad colectiva
de servir a los demás y con un espíritu de exploradores, aventureros, de
militantes por la causa y de innovadores de nuevos modelos, escogieron trabajar
para los pobres, los miembros más vulnerables de nuestro país. Esta voluntad y
este espíritu de búsqueda de nuevas vías de altruismo, nos ha acompañado a lo
largo de estos 25 años y por eso hoy celebramos, en realidad, la refundación constante
del Banco de Alimentos. El “dar” y compartir los problemas de la pobreza,
nos permite conocer la realidad cambiante y eso nos ha hecho aprender que ante
cada nuevo problema, es necesario dar una respuesta adecuada.
Una propuesta democrática.
Primer Almacen del Banco de Alimentos. Av. Meridiana |
Como comenzó el Banco de Alimentos
El
modelo y el concepto Banco de Alimentos se conoció por la difusión que se hizo
de la recientemente constituida Federación Europea de Banco de Alimentos (FEBA)
en el Salón Internacional de la Alimentación de París de 1986. No era una anécdota:
era una propuesta nueva, diferente y original. En una Feria internacional de la
Alimentación, donde las empresas alimentarias exponían una diversidad de nuevas
propuestas alimentarias brillantes, había un humilde estand que lanzaba una propuesta diferente. Entre
tantas grandes empresas y multinacionales, hablaban de “espigolar”, recoger las
migajas, los restos del gran banquete. “Espigolar” era una práctica bíblica,
pero vigente hoy en día, que permitía a los pobres recoger las espigas de trigo
caídas, que no se aprovechaban. Hoy, en Cataluña los bancos de alimentos
recogen los restos en las industrias y supermercados, pero los pobres también recogen
entre los campos abandonados de alrededor de la ciudad o en los contenedores situados
delante de los supermercados.
Una carta
fundacional única
El
modelo del Banco de Alimentos se definió en una única carta fundacional para
todos los Bancos de Alimentos de Europa, que se resumía en cinco puntos.
Luchar contra el despilfarro alimentario y luchar contra la pobreza y el hambre de
’Aquí y Ahora’. Luchar contra el despilfarro nos hace sentir útiles, pero distribuirlo entre los más necesitados
nos hace sentir humanos. Lo escandaloso es que en Cataluña haya 1,5 millones de
pobres, y al mismo tiempo se tiren anualmente más de 250.000 toneladas de comida.
Hace 25 años era una novedad hablar de la lucha contra el despilfarro de alimentos,
y además así participamos en la mejora
del medio ambiente, al reducir los residuos orgánicos. Hace 25 años también
era una novedad hablar de actuaciones positivas en defensa del medio ambiente.
Dar y compartir, de forma participativa con las
entidades benéficas, evitando la primacía del dinero: nosotros pedimos
alimentos, es nuestra marca de calidad. Y por último nos basamos en el Voluntariado, una forma activa de ser
ciudadanos.
Era necesario estar preparados ante las
crisis
En
la de 1991/1994, la cara oculta de los Juegos Olímpicos se escondía en la
últimas barracas de Barcelona. Paralelamente a los Juegos estalló la segunda
crisis de la democracia, con una fuerte subida del paro relacionada con el
final de las obras, una caída del PIB y unos intereses de los préstamos al consumo
de más del 19%. Por suerte, fue algo puntual debido a la definitiva eliminación
en 1993 de las barreras aduaneras con el resto de la Unión Europea. Entonces ya conseguimos distribuir un millón y medio de kg
entre 40.000 personas y los locales del Banco se quedaron pequeños. En la primera etapa se atendía la
pobreza estructural constituida por parados de larga duración, por viudas que
habían trabajado en casa y que, con la pequeña pensión de viudedad, no podían
hacer frente a los gastos básicos, y finalmente los “accidentados de la vida”.
En la crisis de 1993, la novedad fueron los inmigrantes que habían trabajado en
los servicios y la construcción y que se añadieron temporalmente. Esta crisis fue muy importante
para el Banco de Alimentos porque nos llevó a definir un nuevo modelo de
trabajo, con el objetivo de buscar nuevas fuentes de suministro.
Un modelo para todo el Estado: la Unión
hace la fuerza
La
creación y puesta en marcha del primer Banco de Alimentos del Estado fue
relativamente fácil. La necesidad marcaba el objetivo y el voluntariado fue la
respuesta colectiva y popular a la creación de un nuevo modelo de actuación
para resolver problemas que no se solucionaban con las promesas del Estado del
bienestar. Desde Barcelona nos propusimos promover el modelo para todo el
Estado. Desde el primer día creímos en la necesidad de dar a conocer el modelo
en toda España, ya que necesitábamos una respuesta unitaria que proponer al
sector industrial alimentario del mercado español. Había que exponer un nuevo
modelo ante actitudes muy diversas. Las respuestas fueron diferentes en función
del nivel de madurez de las actitudes participativas, de la profunda diversidad
de las regiones o autonomías del Estado. El trabajo fue duro pero finalmente,
en 1996, se constituyó la Federación Española de Bancos de Alimentos presidida
por Federico Riera-Marsà. Hoy, los Bancos de Alimentos dan respuesta en todos
los rincones del Estado. Agradezco que el amigo José Antonio Bustos Presidente
de la FESBAL nos haya acompañado en este acto. “La Unión hace la Fuerza”.
¿ Queremos substituir el trabajo que
hace el Estado en pro del Bienestar
?
Nos
preguntaban y aun lo preguntan, si queremos substituir a la Administración en
su trabajo por conseguir el Estado del bienestar. No. Solamente queremos hacer nuestro trabajo y
con eso conseguimos una pequeña complementación.
Siempre
ha habido pobres y quizás siempre existan, y por eso, hay que ayudarles. El
Banco de Alimentos hace lo que la Administración no puede hacer “recoger los alimentos consumibles pero no
comercializables" procedentes de los agricultores, de las industrias,
del comercio y de la distribución. Somos recicladores especializados y somos
solidarios con un problema global y permanente. La solidaridad es una acción
que no puede ser individual, trabajamos por una red solidaria que esté cerca del
problema, en el pueblo, en el barrio si es posible, pero también a nivel de Estado
con la Federación Española y a nivel de Europa con la Federación Europea. Queremos
evitar la fractura social, participamos, aportando alimentos en la integración
de las personas, a ayudarlos a ser ciudadanos, con todos sus deberes pero
también con todos sus derechos humanos: el derecho a una alimentación digna y de
calidad, formamos parte de un solo pueblo y luchamos por una utopía.
Somos los primeros en
detectar las crisis:
Siguiendo
las nuevas demandas de incorporación de las entidades benéficas ya se podía detectar
el principio de la crisis. Marina Subirats ha publicado recientemente su tesis sobre
Barcelona:”De la necesidad a la libertad”,
en la que analiza el gran desarrollo de Barcelona entre los años 1985 y 2006. Esta
libertad ha durado poco. Y el crecimiento también ha ido dejando en las cunetas
a los accidentados de la vida. Por eso, ya en 2002 nos vimos obligados a buscar
un nuevo local para poder atender la demanda creciente. Finalmente el 2004,
gracias a la ayuda de la Generalitat de
Catalunya y el Consorcio de la Zona Franca, pudimos disponer de una nueva sede
esplendida que nos permite afrontar la crisis actual que ya se empezó a manifestar
en el 2007. La realidad es que las barracas han vuelto a aparecer cerca de las
ciudades y también a menudo en medio del bosque. La demanda de alimentos se ha
más que duplicado.
Esta
cruda realidad nos ha empujado a buscar nuevas fuentes de suministro pero
también a generar un nuevo modelo: la red solidaria. En 2009 se cerraba la memoria
con una declaración de principios “En
democracia, la Sociedad Civil ha de velar por el Estado de excepción social en
que vivimos”. Se trata de pedir a los ciudadanos que sepan que el problema
es de todos y no dejar solo el trabajo al Gobierno o a la Administración. Es
necesario que todos se movilicen como tradicionalmente se había hecho actuando
en la proximidad, cruzando lazos sociales e integrando a los recién llegados en
nuestra sociedad. Por eso, en 2009 se organizó la primera “Gran recogida”, que
nos ha dado a conocer y nos ha permitido participar a todos los ciudadanos en
la acción solidaria del Banco de Alimentos. Cada vez recibimos “más bolsas y
más llenas” y además se han multiplicado las recogidas en los barrios, las
empresas, las escuelas, complementadas con iniciativas personales o de empresas
impulsadas por la Responsabilidad Social Corporativa, cada vez más imaginativas.
El
escándalo más visible es el de las personas que remueven en los contenedores delante
de los “templos” de la alimentación, buscando los restos aprovechables. Nuestro
reto es ir a recoger los excedentes en más de mil puntos de venta, y
repartirlos entre las entidades benéficas de proximidad. Esta es la mejor
expresión de la red solidaria, en cada pueblo y en cada barrio de la ciudad.
Una
de las nuevas fuentes de alimentos ha sido la de los agricultores que, con la
retirada de fruta, este año nos aportaran casi 3.000 toneladas de fruta y
verdura, complemento ideal de la dieta, de nuestra dieta mediterránea. Esto ha sido posible
gracias a la valiosa y estratégica colaboración del Departamento de Agricultura,
que nos ha ayudado a recibir las retiradas de fruta y verdura. Una novedad para
nuestro movimiento en toda Europa ha sido la de transformar los excedentes de
fruta de temporada en unos excelentes y nutritivos zumos que se distribuyen
todo el año.
Pero
tenemos muchas propuestas en la mochila. El año que viene es el Año Europeo de
lucha contra el despilfarro de alimentos y queremos actuar en profundidad, poniendo
sobre la mesa un modelo de formación, en las escuelas, en los centros cívicos y
en la sociedad en general. No puedo dejar de decir que hoy ya hemos entrado en
más de 150 escuelas hablando y haciendo participar a los futuros emprendedores
y en la sede del mismo banco, de los problemas del despilfarro y la pobreza.
De
esta crisis también saldremos, y seguramente más pronto de lo que creemos. Joan
Oliver ha previsto que en 2020 la tasa de paro en Cataluña será del 5,6%. Pero los
pobres seguirán existiendo y muchos de ellos habrán caído en el largo camino de
la recuperación.
Finalmente
quiero recordar que esta tarea ha sido realizada gracias a un grupo de personas
e instituciones.
Lo
hemos conseguido con unos presidentes decididos y trabajadores:
Josep Miró:
fue el primer presidente y asumió la siempre difícil tarea de los inicios.
Josep Torné,
que nos cedió el primer almacén, nos enseñó la logística de los alimentos.
Frederic
Riera-Marsà: después de muchas negociaciones consiguió fundar la Federación
Española de Bancos de Alimentos, nuestro referente en el Estado español.
Manel
Raventós: fue el hombre de la modernización y profesionalización.
Y Antoni
Sansalvadó: es el hombre de la actualidad que nos ha hecho integrar en la imagen
popular.
Pero también
lo hemos conseguido con sus directores: Jordi de
Miquel, Josep Albarracín, Lluís Brugada, José Arce, Montse Gispert, Jordi Ruiz,
Anna Sancho y Pere Pujadó. Y querría señalar especialmente a Xavier Maluquer
secretario del Patronato de la Fundación durante muchos años y mano derecha de
muchos de los presidentes.
Lo
hemos conseguido también con todos los donantes: agricultores, industria alimentaria, distribución,
restauración y un grupo de buenas personas que nos ha ayudado.
Lo
hemos conseguido con la Administración local, especialmente con el Ayuntamiento
de Barcelona.
Lo
hemos conseguido con la Generalitat de Catalunya, y concretamente con los Departamentos
de Agricultura, de Bienestar social, de la Agencia de Residuos de Cataluña y de
Justicia.
Lo
hemos conseguido sobre todo con las entidades benéficas que se encuentran en la
primera línea de fuego, y han consolidado la red solidaria.
Lo
hemos conseguido con voluntarios, permanentes o puntuales, que han dado lo más valioso, su tiempo. Lo
hemos conseguido con los asalariados que han sido más que trabajadores. Y
finalmente lo hemos conseguido con los pobres, que han hecho posible que
comprendamos su dura problemática.
En
resumen, lo hemos conseguido conjuntamente con toda la “gente del banco”, que
han creido en la Utopía del Banco de Alimento y han hecho posible que seamos
reconocidos como entidad de referencia en la lucha contra la pobreza.
A todos ellos les damos públicamente nuestro
agradecimiento.
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