jueves, 29 de noviembre de 2012

La Cataluña pobre.



El Banco de Alimentos de Barcelona se creó hace 25 años para hacer frente a la pobreza, mediante un método original que consiste en generar alimentos a partir de lo que, de otra forma, se desperdiciaría. En 1987 había pocos estudios sobre la pobreza.

Fue un trabajo pionero en Cataluña, que me sorprendió por su originalidad, es el que “Nova Terra” publicó en 1974: “La Cataluña pobre”, una obra colectiva de Josep Miró, Ernest Sena y Frederic Miralles que analizaron algo que no tenía interés para los nuevos economistas. Fue un trabajo novedoso en el que se demostraba claramente el crecimiento desigual de Cataluña. La pobreza se resistía en determinadas comarcas rurales y crecía vertiginosamente en los barrios marginales del Área Metropolitana de Barcelona.

Para definir ”la Cataluña pobre” se utilizaban tres indicadores básicos: el despoblamiento, la falta de  industrialización y la renta.
La pobreza la definía ..” como una situación global, derivada del hecho de que hay unos mecanismos en la estructura y en el funcionamiento de la sociedad que hacen que ciertos grupos humanos, y en consecuencia ciertos territorios, reciban solo una pequeña parte de los beneficios cualitativos y cuantitativos del progreso”.

Precisamente uno de los autores, Josep Miró, fue fundador y el primer Presidente de la Fundación Banco de Alimentos que se constituyó 13 años más tarde.
Ernest Sena fue ex-síndico de la Sindicatura de Cuentas, director general del Instituto Catalán de Finanzas y lo podéis encontrar regularmente en las páginas de economía de Wilaweb, y
Frederic Miralles fue director de Fundemuca que promueve la descentralización, el asociacionismo y el desarrollo local para los gobiernos locales de Centroamérica. Hoy, su hija Elisa, cosas de la vida, o de la familia, es voluntaria del Banco de Alimentos.



En tiempos de penurias nacionales, hubo diversas instituciones que suplieron la falta de estadísticas oficiales. Se publicaban periódicamente estudios analizando y generando propuestas, que en el momento de la reinstauración de la Generalitat permitieron actuar con una cierta rapidez. Para conocer la evolución de un país se necesitan datos de un largo periodo de tiempo, para poder seguir  la evolución de su economía y particularmente de sus comarcas. Las Cámaras de Comercio Catalanas elaboraron, primero en 1967 y después en 1987, las primeras Tablas de Balance de Entradas y Salidas (input-output) del país, que el Instituto de Estadística de Cataluña actualizó en 2001.

Más tarde, Banca Catalana inició una serie de estudios sectoriales y territoriales. Así, ahora podemos navegar entre el presente y el futuro, analizando éxitos. La Cataluña pobre aclara un aspecto que normalmente no se tenía en cuenta en estas publicaciones. La tesis central del libro era la de analizar la expansión real, con un crecimiento económico en el que la pobreza no tiende a desaparecer, sino al contrario, se mantiene y se extiende, ya que se ha hecho con beneficios y costos desigualmente distribuidos.

Pasados 35 años, según los últimos datos del Instituto de Estadística de Cataluña, la situación es parecida en cuanto al despoblamiento, a la falta  de industrialización y en la generación del PIB de dichas comarcas.
Se definía la pobreza ...” como una situación global, derivada del hecho de que hay unos mecanismos en la estructura y en el funcionamiento de la sociedad que hacen que ciertos grupos humanos, y en consecuencia ciertos territorios, reciban solo una pequeña parte de los beneficios cualitativos y cuantitativos del progreso”.


Otro de los problemas que plantean los autores es el de “la pobreza diferencial”, definida por la escasez de recursos naturales, pero sobretodo, también por la escasez de equipamientos y prestaciones destinadas a satisfacer las necesidades básicas de las personas (escuelas, transportes, sanidad).

En 1974 las diferencias entre el campo y la ciudad eran abismales. Pero también es cierto, y especialmente a partir del retorno de la Generalitat, que se ha hecho un esfuerzo muy grande por ayudar a las comarcas y los barrios más pobres. Pero la renta familiar disponible ha mejorado en las zonas rurales debido especialmente a las mejoras introducidas por el turismo de montaña y a la industrialización de la agricultura.
En cambio, en las comarcas obreras cercanas al Área Metropolitana de Barcelona la renta familiar disponible sigue manteniéndose por debajo de la media de Cataluña. En este aspecto el libro resulta un documento histórico, con archivo gráfico incluido, porque analiza los diversos “ghettos” surgidos dentro de Barcelona, a partir de la inmigración masiva de finales de los cincuenta, y  sus alrededores en barracas de autoconstrucción o casas baratas en barrios periféricos, en barrios en los que no había ningún servicio: agua potable, desagües, electricidad, mercados, escuelas o asistencia sanitaria. Yo mismo aprendí de la dura pobreza en estos barrios, donde íbamos de jóvenes a colaborar para ayudar a llevar estos servicios imprescindibles para vivir. Eso sí, hoy el paisaje ha cambiado radicalmente, aunque todo siga igual de otra forma.

Jordi Peix

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