El Banco de Alimentos
de Barcelona se creó hace 25 años para hacer frente a la pobreza, mediante un método
original que consiste en generar alimentos a partir de lo que, de otra forma, se
desperdiciaría. En 1987 había pocos estudios sobre la pobreza.
Fue un trabajo
pionero en Cataluña, que me sorprendió por su originalidad, es el que “Nova
Terra” publicó en 1974: “La Cataluña pobre”, una obra colectiva de Josep Miró,
Ernest Sena y Frederic Miralles que analizaron algo que no tenía interés para
los nuevos economistas. Fue un trabajo novedoso en el que se demostraba
claramente el crecimiento desigual de Cataluña. La pobreza se resistía en
determinadas comarcas rurales y crecía vertiginosamente en los barrios marginales
del Área Metropolitana de Barcelona.
Para definir ”la
Cataluña pobre” se utilizaban tres indicadores básicos: el despoblamiento, la falta
de industrialización y la renta.
La pobreza la definía
..” como una situación global, derivada del hecho de que hay unos mecanismos
en la estructura y en el funcionamiento de la sociedad que hacen que ciertos
grupos humanos, y en consecuencia ciertos territorios, reciban solo una pequeña
parte de los beneficios cualitativos y cuantitativos del progreso”.
Precisamente uno de
los autores, Josep Miró, fue fundador y el primer Presidente de la
Fundación Banco de Alimentos que se constituyó 13 años más tarde.
Ernest
Sena fue ex-síndico de la Sindicatura de Cuentas, director
general del Instituto Catalán de Finanzas y lo podéis encontrar regularmente en
las páginas de economía de Wilaweb, y
Frederic Miralles fue director de Fundemuca que promueve la descentralización,
el asociacionismo y el desarrollo local para los gobiernos locales de Centroamérica.
Hoy, su hija Elisa, cosas de la vida, o de la familia, es voluntaria del Banco
de Alimentos.
En tiempos de
penurias nacionales, hubo diversas instituciones que suplieron la falta de
estadísticas oficiales. Se publicaban periódicamente estudios analizando y
generando propuestas, que en el momento de la reinstauración de la Generalitat permitieron
actuar con una cierta rapidez. Para conocer la evolución de un país se
necesitan datos de un largo periodo de tiempo, para poder seguir la evolución de su economía y particularmente
de sus comarcas. Las Cámaras de Comercio Catalanas elaboraron, primero en 1967 y
después en 1987, las primeras Tablas de Balance de Entradas y Salidas
(input-output) del país, que el Instituto
de Estadística de Cataluña actualizó en 2001.
Más tarde, Banca
Catalana inició una serie de estudios sectoriales y territoriales. Así, ahora
podemos navegar entre el presente y el futuro, analizando éxitos. La Cataluña
pobre aclara un aspecto que normalmente no se tenía en cuenta en estas
publicaciones. La tesis central del libro era la de analizar la expansión
real, con un crecimiento económico en el que la pobreza no tiende a desaparecer,
sino al contrario, se mantiene y se extiende, ya que se ha hecho con beneficios
y costos desigualmente distribuidos.
Pasados 35 años, según los últimos datos del Instituto de Estadística de Cataluña, la situación es parecida en cuanto al despoblamiento, a la falta de industrialización y en la generación del PIB de dichas comarcas.
Se definía la pobreza
...” como una situación global, derivada del hecho de que hay unos
mecanismos en la estructura y en el funcionamiento de la sociedad que hacen que
ciertos grupos humanos, y en consecuencia ciertos territorios, reciban solo una
pequeña parte de los beneficios cualitativos y cuantitativos del progreso”.
Otro de los
problemas que plantean los autores es el de “la pobreza diferencial”, definida por la escasez de recursos
naturales, pero sobretodo, también por la escasez de equipamientos y
prestaciones destinadas a satisfacer las necesidades básicas de las personas (escuelas,
transportes, sanidad).
En 1974 las
diferencias entre el campo y la ciudad eran abismales. Pero también es cierto,
y especialmente a partir del retorno de la Generalitat, que se ha hecho un
esfuerzo muy grande por ayudar a las comarcas y los barrios más pobres. Pero la
renta familiar disponible ha mejorado en las zonas rurales debido especialmente
a las mejoras introducidas por el turismo de montaña y a la industrialización
de la agricultura.
En cambio, en las
comarcas obreras cercanas al Área Metropolitana de Barcelona la renta familiar
disponible sigue manteniéndose por debajo de la media de Cataluña. En este
aspecto el libro resulta un documento histórico, con archivo gráfico incluido,
porque analiza los diversos “ghettos” surgidos dentro de Barcelona, a partir de
la inmigración masiva de finales de los cincuenta, y sus alrededores en barracas de autoconstrucción
o casas baratas en barrios periféricos, en barrios en los que no había ningún
servicio: agua potable, desagües, electricidad, mercados, escuelas o asistencia
sanitaria. Yo mismo aprendí de la dura pobreza en estos barrios, donde íbamos
de jóvenes a colaborar para ayudar a llevar estos servicios imprescindibles para
vivir. Eso sí, hoy el paisaje ha cambiado radicalmente, aunque todo siga igual
de otra forma.
Jordi Peix
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