jueves, 23 de febrero de 2012

La beneficencia necesita del capitalismo para resolver los problemas del mundo

Propuesta de Bill Clinton de vencer la pobreza 20 de Enero de 2012
 La beneficencia, por sí sola, no resolverá los problemas del mundo. El capitalismo puede ayudar y puede facilitar que la gente pueda encontrar trabajo. Siempre ha  habido una brecha entre lo que el gobierno puede subministrar y lo que el sector privado puede producir, una brecha que las entidades de beneficencia, desde hace tiempo, trabajan para cubrir. Pero, de la misma forma que nuestro mundo y nuestra economía evoluciona, tenemos delante tanto la oportunidad como la responsabilidad de reflexionar y llenar este hueco –repensando la relación existente entre retos sociales y económicos, de forma que las ventajas y las oportunidades estén al alcance de más personas.
 En primer lugar, este planteamiento es necesario porque las personas ya lo están pidiendo. Desde el parque Zuccoti a la plaza Tahrir, la ciudadanía se alza para dejar constancia de forma clara y contundente de que los sistemas actuales ya no funcionan.
En segundo lugar, la crisis financiera ha dejado claro que el camino en el que estábamos era inestable e insostenible. Mientras que nuestro sistema económico global ha generado beneficios para algunos, también ha aumentado las desigualdades tanto entre países como dentro de cada país. Una desigualdad excesiva no solo afecta a los pobres y reprime los sueños de la clase media sino que también dificulta la productividad y el crecimiento.

Finalmente, la creciente interdependencia económica hace que nuestra prosperidad esté muy ligada a la de fuera. Se hace difícil poder vender a gente que no puede comprar. Al mismo tiempo, la privación económica genera animadversión política, con las costosas consecuencias que eso implica. Todos tenemos un papel vital en el futuro de los otros - un papel que va más allá de la compasión por la inestabilidad política y la inseguridad económica.

¿Como podemos cambiar el cursos de los acontecimientos de manera que progreso económico y social vayan de la mano? Haití nos pone al alcance algunas lecciones. A principios del mes de Enero, viajando hacia allá para conmemorar el segundo aniversario del devastador terremoto, noté un cambio palpable en el país. Tiene mucho que ver la visión y dirección del nuevo gobierno. Pero también el enfoque de los amigos y socios de Haití –un enfoque realizado en gran parte más por el hecho de dar capacidad de maniobra a personas y comunidades que por soluciones externas impuestas. Mi buen amigo Denis O’Brien y el grupo Digicel no solo dan trabajo a 70.000 haitianos, sino que también han reconstruido el famoso mercado/bazar del Acero del siglo XIX, uno de los lugares emblemáticos de la capital, generando puestos de trabajo y realizando acciones de beneficencia orientadas a la educación, con el objetivo de garantizar una fuerza de trabajo más formada y preparada para el mercado laboral. Otro ejemplo procedente de Haití es un fondo innovador creado por la Fundación Carlos Slim y Frank Giustra para invertir en emprendedores –ofreciendo apoyo en lugar de limosnas.
 Comenzamos a ver el éxito de este nuevo enfoque en otros países y otros sectores, es el caso de la Fundación Bill y Melinda Gates, empresas como Wallmart, Google o Procter & Gamble que han dado un cambio en su cultura corporativa, potenciando la responsabilidad social para aumentar el valor compartido.

Esta es una lección que hemos aprendido mientras trabajamos para solucionar la crisis del Sida, cuando la industria farmacéutica dio un giro desde la producción de pequeños volúmenes y márgenes de negocio altos a márgenes pequeños, volúmenes grandes y pagos garantizados. Hoy, este sistema proporciona a millones de persones de todo el mundo tratamiento contra el sida a un coste más reducido, al tiempo que mejora los beneficios de las empresas que participan.

Una lección similar hemos extraído del trabajo realizado con agricultores en África: facilitando el acceso a fertilizantes,  semillas y a los mercados que necesitaban, se les facilitó poder sacar a sus familias de la pobreza de una forma fundamentalmente más sostenible que la que se hubiera esperado conseguir con la tradicional manera de realizar obras de beneficencia. Las lecciones y beneficios del trabajo hecho para mejorar la productividad son bien claros.
 El hilo que liga todos estos hechos es que la riqueza privada puede efectivamente ayudar a mejorar la acción pública siempre que gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales (en adelante ONGs) trabajen juntos para compartir experiencias e implementar acciones duraderas. Cuando nuestra determinación esté más en la línea de fortalecer nuestro futuro que en el de mantener nuestro presente, y cuando nuestros intereses financieros estén alineados con los intereses sociales, entonces estaremos más cerca del tipo de mundo en el que queremos que vivan nuestros hijos e hijas.
Una de las formas en las que he tratado de apoyar el trabajo de líderes de todo el mundo cuando estaban revisando su enfoque de los problemas globales, ha sido  mediante múltiples conversaciones y toda clase de compromisos a través de nuestra Clinton Global Initiative (en adelante CGI). A día de hoy, los miembros de la CGI han contraído más de 2.100 compromisos que ya han mejorado, o están ayudando, las vidas de cerca de 400 millones personas de 180 países. Muchos de estos compromisos reflejan el nuevo enfoque asociado a la resolución de problemas que deriva de una mejor alineación entre los intereses y objetivos de corporaciones privadas, gobiernos y ONGs. Dejando a un lado los detalles, el objetivo de estos proyectos es trabajar para salir por uno mismo del paro -y no generar una dependencia perpetua de las ayudas.

Estos esfuerzos benefician tanto a las comunidades objeto del proyecto en marcha como a las empresas y a las organizaciones de carácter filantrópico implicadas, diversificando sus negocios, expandiendo mercados, formando a potenciales trabajadores al tiempo que se promueve y se ayuda a crear una cultura de prosperidad. Todo esto mejora los beneficios, aumenta la inclusión económica y otorga un mayor papel a las personas en un futuro compartido.
 Consciente de los progresos, y a pesar de la actual situación económica, tengo esperanza en el futuro. Los problemas que encaramos se pueden solucionar: disponemos de los medios para ello. Lo que necesitamos es innovación, imaginación y compromiso. Aquellos ciudadanos globales más eficaces serán aquellos que tengan éxito en hacer crecer su negocio y las acciones filantrópicas para construir un futuro de prosperidad y responsabilidad compartida.

Traducido al español por Rosa Rodriguez

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