miércoles, 27 de noviembre de 2013

La prevención de la pobreza infantil



El Banco de los alimentos es especialista en la distribución de alimentos.
Desde su fundación, ahora hace 26 años, el Banco de los alimentos se puso a disposición de las entidades benéficas, con la voluntad de especializarse en la  captación de alimentos, para que fuesen distribuidos por las entidades benéficas de acuerdo con sus necesidades. El primer punto de la carta fundacional del Banco de los alimentos es el de luchar contra el desperdicio de alimentos, de donde consigue la mayor parte de los alimentos distribuidos. El sector agrario, las industrias y la distribución son las principales fuentes de suministro de alimentos, complementados por las aportaciones de la Comunidad Europea. Las aportaciones de Alimentos de Europa tienen unas claras perspectivas de ser reducidas a la mitad el próximo año 2014.
En 2009 el aumento de la demanda fue creciente, los beneficiarios solicitantes entre 2008 al 2009 se duplicaron. Y por eso en 2009 se propuso ‘la Gran Colecta’ como una llamada a toda la sociedad catalana a participar de forma solidaria para ayudar a los más necesitados. Los resultados fueron espectaculares, constatando que los catalanes son solidarios y, actualmente, ya representan el 10% de las entradas de alimentos al Banco.

Los rostros de la pobreza han cambiado
La pobreza  no se puede reducir a una noción económica: la de las familias que están por debajo del 60% de la media de la renta, que en Cataluña representan más del 20% de su población. Por eso la misma Comisión Europea ha propuesto recientemente un nuevo método de valoración, la del AROPE (At Risk Of Poverty and Exclusion = Riesgo de Pobreza  y Exclusión), que complementa con una encuesta que incluye elementos subjetivos de exclusión y formas de pobreza. El problema es que se mide lo que se puede medir, no lo que realmente cuenta. Y quienes lo conocen son las entidades benéficas y los servicios municipales y locales de asistencia social.
La realidad de la pobreza es multiforme, ya que incluye la dificultad de disponer  de recursos esenciales, como el agua, la sanidad, la educación o la vivienda, pero también los derechos a la seguridad, el respeto de los derechos del hombre o la participación en la democracia. Nos resulta muy difícil a las personas que estamos cerca comprender este mundo tan diverso y variable. Se puede hablar de la pobreza  económica en la que se tiene en cuenta el paro, pero también de pobreza  alimentaria, aquella que nos define, de pobreza  energética, pobreza  educacional para los más jóvenes, variable según barrios o escuelas, pobreza en el trabajo con bajos salarios o el trabajo a tiempo parcial mal remunerado, de la pobreza en la formación de los cabeza de familia y hasta la pobreza de la soledad o la de los accidentados de la vida: enfermedades, adicciones o dependencias.

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En 1988, en los inicios del Banco de los alimentos el grupo más importante de demandantes eran las viudas ya que tenían que subsistir con el 60% de reversión de la jubilación del marido. Al incorporarse las mujeres al trabajo remunerado este grupo se ha ido reduciendo. En 2007 las mujeres de más de 65 años todavía representaban el porcentaje más alto de riesgo de pobreza, cuando hoy se sitúa al mismo nivel que los otros grupos. Los jóvenes menores de 16 años a lo largo de los años han asumido un % importante de riesgo de pobreza, pero actualmente los jóvenes, tanto hombres como mujeres, asumen el liderazgo de personas por debajo del nivel de la pobreza.

Las causas de la pobreza  son multiformes: no se puede simplificar.
La falta de trabajo, el paro, es una de las causas más visibles, pero en 2007 estábamos en tasas cercanas al 17% y la crisis aún no había atacado de lleno. La pobreza no se puede reducir a una noción económica con indicadores globales. Se mide lo que se puede medir, no lo que realmente hay que tener en cuenta.
El nuevo indicador, AROPE incluye en la encuesta de condiciones de vida, la baja intensidad del trabajo y la privación material severa con el fin de conocer la ausencia de recursos materiales esenciales donde incluye nueve preguntas, una de ellas sobre la alimentación: realiza una comida con carne, pollo o pescado cada dos días?

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Las estadísticas y encuestas tienen su riesgo y es todavía más difícil incluir, como sería necesario, nociones de seguridad, de respeto de los derechos del hombre, la participación en la democracia. En todo caso, la evolución de la tasa de riesgo de pobreza  o exclusión social permite explicitar la tendencia creciente a partir del año 2008. En 2009 el Banco de los Alimentos de Barcelona se planteó realizar “El Gran Recapte” con el fin de buscar recursos adicionales para hacer frente a la demanda que se había duplicado entre 2008 y 2009.

Cuando se trata de valores la cuestión ya no es sencilla. Puede haber una pobreza  alimentaria, una pobreza  educacional, una pobreza de trabajo (paro, trabajo precario, o a tiempo parcial, o sencillamente trabajo mal remunerado). Pero también hay la pobreza  de la soledad, y no solo de la gente mayor. O también simplemente de falta de formación para gestionar adecuadamente la familia, su presupuesto o las relaciones con la sociedad. Las entidades benéficas o los servicios sociales locales al trabajar sobre personas pueden actuar de forma más adecuada y rápida, especialmente para detectar esta “pobreza  invisible” intangible que rodea a los que ya no esperan nada de la vida.
En los países mediterráneos hay un factor que aun cuenta: el de la familia, el pueblo, la solidaridad personal, el clan o la tribu, calificadlo como queráis, pero que explica por qué no hay revueltas, cuando en los países ricos del norte con fuertes transferencias sociales, pasa lo contrario. Este hecho tiene un valor inestimable en el sentido de valores pero no se incluye en la valoración de los estudios y las estadísticas.

La pobreza  infantil no tiene entidad propia: es la de los menores que están dentro de una unidad familiar.
Desgraciadamente para Cataluña, que tiene un nivel de fecundidad inferior a la necesaria para mantener su población, la relación es directa. Cuantos más hijos se tienen más posibilidades hay de situarse en riesgo de pobreza. Y si además la familia es monoparental ya se acerca al 50% y si son dos adultos con tres o más hijos dependientes se llega al 64%.
En este sentido, para evitar la crisis de natalidad, sería necesaria una primera propuesta activa de ayuda a las familias con menores, para superar la maldición del gran economista Josep A Vandellós, en su publicación editada en 1935 titulada “Cataluña Pueblo Decadente” en la que manifiesta la urgente necesidad de aumentar la natalidad para alcanzar el progreso, recomendando que se apliquen ayudas suficientes para conseguirlo y “que el nacionalismo de los catalanes no se ha de resumir en la discusión en el café, comprar un libro en catalán o a asistir a una función de teatro en catalán”.

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Cuando los recursos faltan es fácil caer, si no se tienen más ayudas, en una posible malnutrición estructural. Las entidades benéficas, al estar cerca del problema lo tienen en cuenta en el momento de realizar la distribución de alimentos. Pero también se ha de tener en cuenta a los que ya han caído en la exclusión social y que difícilmente pueden encontrar el camino correcto. Como siempre, es de difícil cuantificación, no es suficiente con una encuesta aproximativa como es la AROPE.
Un dato que puede ser significativo es la de los más de 7.000 menores que se encuentran en casas de acogida. Eso quiere decir que estos niños han pasado por momentos en que quizás su alimentación no era correcta.

El patrimonio alimentario familiar.
El patrimonio alimentario familiar se ha construido gracias a la tradición. La cocina de la abuela ha guardado las esencias y la alimentación equilibrada. El problema lo encontramos en las múltiples “des”: desestructuración, des socialización, des institucionalización, des implantación horaria, des ritualización. Hoy, a menudo se hace una sola comida y el resto de la jornada se “pican” alimentos (patatas fritas, “chuches”...) haciendo, de manera contradictoria, que la obesidad crezca debido a la malnutrición entre la población con menos recursos, convirtiéndose en un factor social negativo, y por lo que hay que luchar contra su estigmatización. El Banco de los alimentos ha hecho un gran esfuerzo para distribuir fruta y verdura e incluso zumos de fruta, para ir complementando la dieta con vitaminas, micro elementos y fibra, o buscar nuevas fuentes de proteínas con productos de parafarmacia para complementar la dieta de la gente mayor o los enfermos.
Se han acabado las cinco comidas recomendadas: dos fuertes al día y tres más ligeras siempre con fruta. Hay familias y etnias en que los niños ya no toman comidas estructuradas. Por eso es necesario dar tanta importancia a los comedores escolares, que marcan un ritmo y definen una cultura, al menos una vez al dia. La precariedad hace también que para ahorrar a menudo se pida a mediodía un “plato único”, difícilmente equilibrado y sin fruta. Por eso precisament el Banco de los alimentos ha dado tanta importancia a suministrar “leche de continuación” a los niños, para asegurar una comida equilibrada los primeros años de vida.

Necesidad de formación: campañas en las escuelas
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El Banco de los alimentos cree en los valores, especialmente en el de la prevención del despilfarro, la lucha contra la pobreza y la defensa del medio ambiente al aprovechar los “alimentos consumibles pero no comercializables”. Estos son los tres primeros objetivos explícitos en sus estatutos. Para cumplirlos no basta hacerlos, sino que también hay que sensibilizar a la sociedad para hacerlos realidad. Por eso, hará 10 años se inició una campaña en las escuelas para sensibilizar a los más pequeños. El objetivo, sin ir más lejos, es el de darles a conocer los problemas de la pobreza  “de Ahora y Aquí”.

Hay que sensibilizarlos en evitar el despilfarro como contradicción mientras haya pobreza. Recordando que hemos de velar por el medio ambiente en el que ellos vivirán en el futuro.
La acogida de las escuelas ha sido entusiasta, y no solo piden recibir el mensaje sino que también quieren participar en las actividades propias del Banco de los alimentos, haciendo colectas entre sus familias e incluso participando como “mini-voluntarios” en las actividades del Banco de los alimentos, clasificando los productos que ellos mismos han recogido. En el caso de las colectas se les  aconseja comida infantil, para que recuerden que hay niños como ellos que no tienen que comer (prohibidas las “chuches”).
Solo hay que decir que este año hay 225 escuelas que participaran en la campaña de las escuelas y los mismos maestros desearían que se repitieran cada año.

A la búsqueda del equilibrio nutricional de lo que distribuye el Banco de los alimentos.
En 1998 el Comité de los Derechos económicos, sociales y culturales de las Naciones Unidas reconoce que la violación del Derecho a la Alimentación es un crimen contra la humanidad. Hay que distinguir entre el hambre como sensación psicológica, por la falta de aportación temporal calórica, de la búsqueda de comida, del hambre como privación o desaparición de alimentos a gran escala por un período prolongado, como ha sucedido en algún momento de la historia en Cataluña, pero no es el caso actualmente. O de la malnutrición relacionada sobre todo con la calidad y el equilibrio de valores nutricionales de los alimentos ingeridos.

Las fuentes de suministro del Banco de los alimentos son muy variadas y de difícil clasificación. Por eso, el Banco de los alimentos de Barcelona desde 1995 valora los alimentos distribuidos, tanto desde el punto de vista económico como del nutricional. Su propósito es el de suministrar información suficiente para gestionar la captación de alimentos para conseguir una dieta equilibrada para los beneficiarios del programa del Banco de los Alimentos. Se han conseguido en los últimos tres años resultados esperanzadores. La aportación de las proteínas no se aleja apenas de los valores recomendados, incluso con las lógicas oscilaciones. El porcentaje de contribución de los lípidos ha estado, a menudo, por encima de las recomendaciones, pero se ha conseguido reconducirlo y el de los glúcidos, a menudo por debajo, se va acercando cada año más al equilibrio.

Entre las causas de que las aportaciones de cada nutriente a la energía total se hayan acercado a la Recomendación Energética Diaria, pensamos que está la mejora de las nuevas fuentes de alimentos, la consolidación de la actividad en Mercabarna, la aportación de frutas y verduras por las Organizaciones de Productores Agrarios y, tal como ya hemos dicho, la recomendación del Banco para que las recogidas de alimentos en las campañas con participación ciudadana se centren preferentemente en productos básicos (arroz, pasta, legumbres,....) que son más ricos en glúcidos y proteínas que en lípidos.

El Banco de los alimentos de Barcelona ha repartido en 2013 entre los 7.950 niños (0-2 años) beneficiarios del banco de los alimentos, unos 92.000 kg de leche de continuación, tipo B y C. Este es un aspecto importante, ya que es un producto caro, que a menudo se deja de dar por el precio. Respecto a los 16.500 niños de 2 a 8 años beneficiarios, se han distribuido unos 119.000 kg de comida variada, priorizando la fruta y la verdura.

El valor total estimado de todos los alimentos repartidos por el Banco (en Euros de 2012) ha ido aumentando con los años, llegando en los dos últimos años  a poco más de 25 millones de Euros.

Jordi Peix i Massip


Annex: